viernes, 24 de enero de 2014

Con tranquilidad y confianza

Todavía recuerdo la primera herida que se hizo Cristina porque fue una manera bastante repentina de enterarnos de su terror a verse sangrar.

Siempre ha sido bastante ágil y aunque no paraba de correr casi nunca tropezaba ni caía. Pero un día -en pleno verano- se cayó  y se hizo una herida bastante fea en el codo. Tuvimos que volver a casa corriendo porque lloraba a grandes voces y sin consuelo posible. Le daba miedo mirarse la herida pero tampoco podía evitar mirarla.

Ya en casa encontró un jersey de manga larga y con capucha, se lo puso y las mangas ocultaron la herida con lo que se calmó de inmediato. Pero el jersey se lo había puesto al revés y la capucha le caía delante de su cara.

Pese a nuestros intentos no fuimos capaces de convencerla para darle la vuelta al jersey ni siquiera pudimos curarle. Durante tres o cuatro días tuvo puesta así la prenda, dentro de casa, porque con esas pintas no podía ir a la calle. Finalmente, una noche, mi mujer pudo quitarle el jersey y comprobar el estado de la herida que ya iba curando.

Creo que toda la situación nos asustó un poco, porque no esperábamos semejante reacción. Tiempo después, cuando Cristina maduró un poco más y nosotros aprendimos otro poco, todos vimos que con confianza y tranquilidad muchas cosas se curaban con una simple tirita.

1 comentario:

  1. Buenos días Fernando. Resulta maravilloso ver como los miedos son vencidos a medida que vamos confiando en los demás, aquí cada uno tiene su velocidad, especialmente cuando sabemos que seremos auxiliados y remediados en un camino hacia el descalabro. Un abrazo.

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